Buenos Aires

«En Buenos Aires amanezco, resucito,
me defiendo a gritos, quiero ser feliz.
En Buenos Aires cuando hablamos de la luna
solo hay una: la del Luna Park.
En Buenos Aires he perdido mil batallas
pero hay una guerra que pienso ganar.
Buenos Aires.
En Buenos Aires brilla el sol y un par de pibes,
en la esquina, inventan una solución.
(cuando en el mundo ya no quede nada)
en Buenos Aires todo vuela, la alegría,
la anarquía, la bondad, la desesperación.
Todas las noches sale el sol
todos los días vuelve el sol».

FITO PAEZ

Potocari

 

9, 10 y 11 de julio de 2013

Potočari localizado en la parte oriental de Bosnia y Herzegovina pertenece a Srebrenica. En 1991 según el censo eran 4.338 habitantes, el 93% eran bosnios y el 7% restante principalmente serbios. Cuando las fuerzas serbias invadieron Srebrenica en julio de 1995 se llevó a cabo la masacre que terminó con la vida de más de 8.000 bosnios.

El Memorial del genocidio de Srebrenica y el cementerio se encuentran aquí. Ya hay más de 2.000 personas enterradas y a medida que más cuerpos son exhumados de las fosas comunes e identificados, se trasladadan aquí.

El día 9 los camiones llegan con los restos de los cadáveres que van a ser enterrados y son depositados en una nave habilitada a tal efecto. También van llegando los peregrinos que recorren 120 kms a pie desde Tuzla. El día 10 los restos se trasladan al cementerio que está justo en frente de la nave, y el 11 se celebra una ceremonia tras la cuál se procede al entierro de las víctimas.

New York

Una ciudad con dos ríos.

Chinos, negros y judíos

con idénticos anhelos.

Y millones de habitantes,

pequeños como guisantes,

vistos desde un rascacielos.

En el invierno, un cruel frío

que hace llorar. En estío,

un calor abrasador

que mata al gobernador

–que es siempre un señor con lentes–

y a los doce o trece agentes

que llevaba alrededor.

Soledad entre las gentes.

Comerciantes y clientes.

Un templo junto a un teatro.

Veintitrés o veinticuatro

religiones diferentes.

Agitación. Disparate.

Un anuncio en cada esquina.

“Jazz-band”. Jugo de tomate.

Chicle. “Whisky”. Gasolina.

Circunsición. Periodismo:

diez ediciones diarias,

que anuncian noticias varias

y todas dicen lo mismo.

Parques con una caterva

de amantes sobre la hierba

entre mil ardillas vivas.

Masas con fama de activas,

Pero indolentes y apáticas.

“Estrellas”, actrices, “divas”

y máquinas automáticas.

Oficinas sin tinteros:

con “Kalamazoos”, ficheros,

con nueve timbres por mesa

y con patronos groseros

de cara de aves de presa.

Espectáculos por horas.

“Sandwichs” de pollo y pepino.

Ruido de remachadoras.

Magos y adivinadoras

de la suerte y del destino.

Hombres de un solo perfil,

con la nariz infantil

y los corazones viejos;

el cielo pilla tan lejos,

que nadie mira a lo alto.

Radio. Brigadas de Asalto.

Sed. “Coca-Cola”. Sudor.

Limpiabotas de color.

Cemento. Acero. Basalto.

“Garages” con ascensor.

Prisa. Bolsa. Sobresalto.

Y dólares. Y dolor:

un infinito dolor

corriendo por el asfalto

entre un “Chevrolet” y un “Ford”

Enrique Jardiel Poncela

 

Paris

París, se convirtió en mi hogar durante un año y medio, mi barrio era Les Lilas donde tuve la gran oportunidad de exponer en el teatro Garde Chasse en dos ocasiones en 2010 y 2011. París me enseñó mucho, y estoy muy agradecida porque aprendí un nuevo idioma y con ello una nueva forma de expresarme, me sentí extranjera y pasé por momentos duros que me permitieron crecer. Me enamoré paseando por sus calles, disfrutando de su arte y buen gusto. Y conocí a grandes personas que aún hoy forman parte de mi vida.